No son pocos los padres que se preocupan por el aspecto prominente que pueden llegar a tener las orejas de sus pequeños, por lo que acuden a la consulta para plantear la posibilidad de que se corrijan las orejas de sus bebés, incluso antes de la edad que es recomendada, es decir, a partir de los seis-siete años.
Con esa intervención, la intención, es que cuando los pequeños lleguen al colegio ya se haya solucionado la situación para de esta manera evitar las posibles burlas, incluso el acoso escolar. En determinados casos, llegan a ser los mismos pediatras quienes envían a los bebés bastante pequeños para que sean valorados.
Otoplastia antes de los 6 años
Más allá de la información que podría encontrarse en internet, sí es posible realizar una otoplastia en aquellos niños que aún son menores de la edad que es recomendada.
Una vez que los pequeños han llegado a los 3 años, desde el punto de vista quirúrgico, la otoplastia se trata de una intervención bastante segura. Cuando el niño llega a esa edad el cartílago de la oreja es muy elástico y maleable, por lo que es posible plegar con facilidad a fin de corregir su forma.
Los resultados de una otoplastia en edades tempranas suelen ser igual de satisfactorios y estables que cuando esta es realizada en edades posteriores. Así mismo, a medida que pasa el tiempo, ha sido comprobado que el realizar dicha cirugía de forma precoz, no llega a alterar el crecimiento posterior de la oreja.
¿Es recomendable esperar?
La recomendación es esperar si lo que se busca es corregir las orejas de un bebé, u otras patologías que guarden relación con el pabellón auricular, debido a diferentes motivos:
Desarrollo del propio pabellón auricular:
Son numerosos los bebés que nacen con sus orejitas pegadas, y estas se van separando mientras transcurre su primer año de vida. Del mismo modo, y debido al mismo motivo, el aspecto prominente de las orejas durante los primeros años de vida puede mejorar espontáneamente en la medida en la que el niño va creciendo.
El principal motivo radica en que los rasgos de la cara no llegan a desarrollarse al mismo ritmo y tampoco a la misma velocidad. Para tener una idea, la cara en los bebés es muy pequeña si se compara con el tamaño de la cabeza, pero todo se irá equilibrando a medida que este va creciendo.
En un bebé la proporción de cráneo y cara es de 10 a 1, mientras que en un niño de 4 años es de 4 a 1, y en un adulto de 2,5 a 1. En el caso de las orejas, estas crecen más rápido que el resto de elementos de la cara para alcanzar su tamaño “adulto” una vez que han llegado los 8 y los 10 años, con respecto a la nariz y la mandíbula, finalizan su crecimiento al final de la adolescencia. En tal sentido, existe una época donde las orejas parecen desproporcionadamente más grandes de lo que deberían.