Hay que mantener presente que la alimentación de un bebé que es aún lactante se encuentra basada tan solo en la leche.
La leche materna o la de fórmula se conoce como el aporte nutricional que de manera única se suministra durante los primeros cuatro meses de vida, y es que además es el más importante durante su primer año de vida.
Una vez que ha alcanzado los seis meses se deben ir incorporando en su dieta otros alimentos que son complementarios y que le aportan otros nutrientes además de un mayor aporte calórico lo que supondrá el inicio de una nueva forma de alimentarse.
El yogur para un bebé
El yogur se trata de una alternativa láctea que resulta bastante interesante durante los primeros años de vida donde precisa al menos 500 cc. de leche por día.
Muchos niños, comienzan a no querer la leche remoloneando al momento de tomar la leche del biberón, por lo que es una buena alternativa el empleo de alimentos que son ofrecidos con la cuchara como lo es el yogur.
Cuando un bebé ha llegado a los diez meses de edad, el yogur se convertirá en uno de los alimentos más adecuados para su alimentación.
El yogur cuenta con una textura agradable, un alto valor biológico, gran aporte de calcio y vitaminas del grupo B, A y D, aparte de una menor cantidad de lactosa, gracias a la fermentación se transforma en ácido láctico, haciendo que sea un alimento de alta tolerancia y muy indicado para los niños.
Aunque no es recomendado el yogur antes de los diez meses, al igual que la leche de vaca no es recomendable antes del año, actualmente existen yogures en el mercado elaborados a partir de leche de continuación.
Estos pueden ofrecerse al bebé a la par que otros alimentos complementarios desde los 6 meses. Es muy socorrido para las meriendas o como complemento de los purés.
El yogur, un alimento nutritivo
El yogur puede ser considerado como un excelente alimento para los niños. Gracias a su valor biológico (las bacterias vivas que contiene) se trata de uno de sus mayores aportes.
Asimismo, contribuye con la recuperación de la flora intestinal luego de haber transitado por alguna diarrea, o mientras dura un tratamiento con antibióticos debido a alguna infección.
Este es un alimento que es bastante socorrido cuando se tiene una convalecencia, es de fácil digestión y ayuda a reponer las defensas del niño.
La leche y los productos lácteos se mantienen a la cabeza de los alimentos que contienen calcio, que es un importante componente para la formación de los huesos y para el crecimiento en los niños.
Para los niños el desayuno es quizás la comida más importante del día, aunque tampoco hay que despreocuparse por las otras comidas diarias, como por ejemplo, la cena.
Después de un agotador día, los niños terminan rendidos bien sea por los estudios, o por los juegos. De manera que, una cena ligera y nutritiva podría ayudarles a reponer sus fuerzas y también a descansar mejor por la noche.
La cena para los chicos
Levantarse de madrugada, la carga de sus mochilas pesadas repletas de libros durante la época escolar, las clases extraescolares y todos esos agotadores juegos en la piscina mientras esta en época de calor, hacen que los niños terminen rendidos cada final del día.
Es por estas razones que una alimentación adecuada resulta un factor de suma importancia para que los más pequeños repongan sus fuerzas y ánimos durante todo el día.
En la actualidad resulta bastante común que los padres trabajen fuera de casa, lo que ha convertido a la cena en la única comida del día que puede ser realizada en familia.
Es importante que todos se sienten a la mesa sin que hayan prisas para que el niño pueda disfrutar en compañía de su familia de la cena, mientras charlan y se comenta lo que ha ocurrido en el transcurso del día.
Con la idea de que los pequeños puedan nutrirse gracias a una alimentación equilibrada, resulta conveniente que los padres puedan preparar la cena del niño en función de lo que haya comido ese día, y para ello hay que elaborar un plato adecuado desde el punto de vista nutricional.
Si bien, son convenientes las cenas tanto para los niños como para los mayores ligeras en cuanto a cantidades y pobres en alimentos grasos, hay que dejar a un lado las cenas copiosas o muy calóricas debido a que llegan a impedir conciliar el sueño, haciendo que éste no sea en su totalidad reparador.