Al hacer referencia a lo que es la lactancia, el interés se centra en lo idóneo que resulta dar el pecho antes de usar la leche de fórmula, es decir, la alimentación exclusiva con leche materna que se prolonga hasta los seis meses o de acuerdo a la recomendación de la Asociación Española de Pediatría, en la que sugieren darle de mamar a los bebés hasta los dos años.
No obstante, se presenta otro momento crucial dentro de la alimentación de los bebés y en esta ha ido creciendo un jugoso negocio, se trata de cuándo comenzar a darle leche de vaca y el papel que han venido a jugar las leches dentro del crecimiento de los niños.
La decisión de los padres
Vamos a comenzar por el inicio, es decir, las leches de fórmula. En el caso de los padres que por decisión propia o quizás por necesidad han tenido que darle a sus bebés dichos preparados lácteos saben que son comercializados con un número que les orienta en relación a la edad en la que el bebé puede consumirla.
Con relación a las leches de iniciación, las del número 1, pueden ser tomadas desde el primer día de vida y además es aconsejable su ingesta hasta que han llegado a los seis meses. A partir de ese momento, se puede pasar a que consuman la número 2, a la que también se le llama leche de continuación.
Mientras transcurre el primer año de vida de un niño, los pediatras no recomiendan que estos consuman leche de vaca, y ello se debe a que los riñones de los bebés no se encuentran preparados para un nivel tan elevado de proteínas y en consecuencia, podría padecer alguna sobrecarga renal. Si bien es cierto que la leche de fórmula es leche de vaca también, esta ha sido modificada para que sea adecuada para su consumo.
Cuando los chicos han llegado al primer año, el mercado de leches infantiles (tanto en polvo como líquidas) se expande y además se torna complicado. Es posible encontrar la leche de crecimiento 3 (que es aconsejada para niños de uno y dos años de edad) y también leche de crecimiento 4 (a partir de los 24 meses).
Estas son leches que se han enriquecido con ingredientes extra, como por ejemplo: Omega 3, frutas, cereales, cacao, entre otros. Si se llegara a considerar la pauta que ha marcado el mercado, entonces ningún padre le daría leche de vaca a su hijo hasta que ha llegado a los 3 años. Entonces nos surge la interrogante, de si habría que esperar tanto.
Según la Asociación Española de Pediatría, existe una pauta bastante clara, y esta es que a partir de un año, un niño que esté en perfectas condiciones de salud puede comenzar a consumir leche de vaca, incluso se podría decir que antes, en pequeñas porciones. Su organismo ya se encuentra maduro y también sus riñones para ello.
Si bien sabemos que la leche de vaca cuenta con menos vitaminas, ácidos grasos o minerales que las leches de crecimiento, también hay que considerar que el niño ya no los necesita dentro de su dieta debido a que los obtiene a través de la alimentación sólida con las frutas, verduras, carne, y pescados que ya consume.
¿Hay necesidad de que existan las leches de crecimiento?
Esta es una pregunta que en estos momentos de seguro se nos viene a la mente, y está relacionada con lo que se mencionó con anterioridad sobre la existencia de las leches de crecimiento.
Y es que precisamente esto es lo que quiso saber la Unión Europea hace unos cinco años, en ese momento le encargó a la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) el análisis relacionado con los niños europeos con edades entre 0 y 3 años en relación a las posibles carencias nutricionales para ser vinculado con la popularización de los preparados de crecimiento.
El estudio fue realizado en todos los países miembros y la conclusión a la que se llegó fue muy clara: dichas leches no aportan un valor añadido, por lo que no son indispensables.
En el año 2015, la OCU elaboró un informe al que llamó ‘Leches de crecimiento: no son necesarias’. En el mismo, se hizo una revisión de 15 de las principales marcas de leche que se vendían en las farmacias y en los supermercados, tanto listas para consumir como en polvo.
Ante ello la OCU ahondó en la misma conclusión a la que llegó la UE advirtiendo sobre la presencia de azúcar que es añadido, además de aromas o vitaminas extra que no son necesarios en la dieta de un niño sino a partir del año. En ocasiones, la ingesta calórica que aportan ciertas marcas es por demás excesiva.
En el capítulo económico, las leches de crecimiento son considerablemente más costosas. Si el litro de leche de vaca entera se ubica entre 0,60 y 1 euro, el litro de fórmula líquida preparada llega a rondar los 1,85 euros.
Si el formato es en polvo, el bote de 800 gramos oscila entre 8,5 y 13 euros. La OCU hizo cuentas calculando que una familia que alimentaba a su hijo con leche de vaca entre los 12 meses y tres años se llegaba a ahorrar entre 600 y 1.400 euros por niño, tomando en consideración la marca.
Alternativas a la leche de vaca
De manera tradicional la leche de soja ha funcionado como la alternativa a la leche de vaca, pero existen otras opciones disponibles. El uso de leche de frutos secos, incluyendo leches de almendras y castañas de cajú, se ha tornado cada vez más popular.
La leche de arroz y de avena, al igual que la leche de cáñamo, también resultan alternativas que son viables. Algunas de estas alternativas presentan sabores; por ejemplo, a chocolate y vainilla; no obstante, estas contienen azúcar y calorías agregadas.
Diferencia entre las alternativas a la leche de vaca
Estas alternativas a la leche de vaca quizás contengan menos proteínas y calorías si se las compara con la leche de vaca. La mayoría han sido fortificadas con vitamina D y calcio, ante ello resulta importante que se revisen las etiquetas, ya que el contenido de proteínas y vitaminas podría ser distinto de acuerdo a la marca. La sugerencia es observar las tabla de comparación de alternativas comunes a la leche sin sabores
Productos lácteos recomendables para un niño
En relación a la dieta de los bebés, estas consisten primordialmente en lácteos ya que estos los ayudan a satisfacer sus necesidades calóricas para un adecuado crecimiento. Además, los lácteos cuentan con la capacidad de ofrecer suficiente grasa que es necesaria para el desarrollo cerebral y ocular.
Cuando han llegado al año, los bebés deben consumir alrededor de 2 porciones de lácteos cada día, o entre 16 y 24 onzas (como máximo) de leche entera por día.
Para los niños que se encuentran en esta edad es recomendable la leche entera, a menos que existan antecedentes familiares, riesgo de obesidad o cardiopatía. Lo recomendable es consultar con el pediatra respecto a qué leche es recomendable para un bebé de un año.